LA MAJESTAD DE TIKAL
Desde las zonas montañosas de Oaxaca y Chiapas en México meridional, el terreno desciende paulatinamente hacia la región guatemalteca del Petén, atravesada por ríos caudalosos como el Usumacinta y cubierta por una densa selva tropical. Sin embargo esta región, que parece hoy en día tan salvaje e inhóspita, fue por más de mil años el corazón de la civilización maya que alcanzó su apogeo durante el período clásico del siglo III al siglo X d.C. Las cimas de los templos de Tikal se yerguen por encima de las copas de los árboles como si flotasen sobre un verde océano sin fin. Tikal es el mayor yacimiento arqueológico maya conocido. Esta gran ciudad, que en su apogeo cubría unos 16 km. cuadrados, construyó los monumentos más altos e impresionantes del mundo maya.
Los arquitectos de Tikal desarrollaron uno de los elementos más característicos del templo clásico maya, las proyecciones orna-mentales llamadas cresterías utilizadas para extender la altura de los edificios. Otra importante innovación estructural fue la falsa bóveda. Los mayas combinaron estos dos elementos para lograr estructuras impresionantemente altas, pero las paredes masivas necesarias para apoyar el gran peso de los techos resultaron en espacios interiores muy limitados.
En contraste con los exteriores elaborados, los interiores de los templos maya son pequeños y oscuros, no mayores que una típica vivienda campesina. Los hallazgos arqueológicos confirman que los primeros templos fueron construidos de materiales perecederos sobre plataformas de tierra. Aunque la madera y la paja fueron substituidas por piedra ricamente tallada y pintada y las plataformas se alzaron majestuosas a los cielos, el plan original del santuario nunca sobrepasó sus modestos orígenes.
Dos magníficas pirámides se hacen frente, como en diálogo, a través de la gran plaza ceremonial. La más alta es el templo del Gran Jaguar construida a principios del siglo VIII. Su silueta esbelta se compone de nueve niveles, un número sagrado para los mayas, coronada por una crestería que extiende la altura del edificio a 47 metros. Las esculturas de la imponente crestería representan a un rey sentado en su trono, identificado como Jasaw Chan K’awiil uno de los más poderosos gobernantes maya, que la comisionó para su sepultura.
La magnífica pirámide de enfrente, llamada el Templo de las Máscaras, fue construida para conmemorar a su reina consorte. Las pirámides de Tikal demuestran claramente el concepto del templo maya como un espacio sagrado, suspendido entre el cielo y la tierra, rodeado por nubes de incienso sobre su montaña mágica donde solamente sacerdotes y realeza podían pisar.
La plaza central es limitada por los edificios del acrópolis norte que contiene las tumbas de las familias dominantes de Tikal. Desde el principio del período clásico, los mayas erigieron altares y estelas conmemorativas de piedra esculpida y una procesión de estos monumentos adorna la plaza. En décadas recientes, grandes avances en descifrar las inscripciones jeroglíficas maya y su compleja icono-grafía, han revelado que estas esculturas representaron un culto a los gobernantes, conmemorando su accesión al trono y las alianzas, guerras y victorias de las grandes dinastías que gobernaron las ciudades-estado mayas.